Expectativas, malditas ellas, que me predisponen a que lo que imagino no pase, no exista, no se materialice.
Recuerdo cuando quería verte, mi corazón latía fuertemente, como si se estuviera preparando para el inevitable encuentro, mis manos ,ya, sudando, no podía controlar el resto de mi cuerpo, mis ojos, brillaban de sólo pensar que te vería. Pero no, no te encontraba por ningún lado, no, aunque te buscara, no estabas, no estarías, no estuviste.
Cuando no esperé verte, en ningún momento, cuando no me preparé para encontrarte, llegaste sin más, todo lo que alguna vez quise, se materializó en un momento, en unas horas, en unos segundos, donde la realidad llegó sin avisar, sin que yo pudiera detenerme y pensar.
Recordé cuando un miércoles, unos amigos y yo, nos juntamos a contar cuántos carros morados pasarían, estuvimos sentados dos horas viendo pasar los coches en Churubusco y jamás pasó un carro morado.
Meses después, fui a Hidalgo, y sin esperarlo, encontré el coche de la foto....
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