la salida

la salida

martes, 30 de septiembre de 2014

Viaje

Crecemos, hemos viajado mucho, hemos cambiado tanto, pero lo que no cambian son tus hermosos ojos curiosos, tu interés por lo inusual. Te observé, vi la increíble concentración con la que veías el entorno, nunca vi algo igual. Después de un tiempo, uno puede olvidar, por qué, puede olvidar el cómo, pero hay momentos así que te recuerdan todo. Tu curiosidad no es de hoy, siempre has sido así. Desde que te conocí has demostrado esa increíble fascinación por encontrar las explicaciones del mundo, por hacerte mil preguntas. Y tus ojos delatan esa curiosidad y tus cejas se alzan tanto cuando encuentras la respuesta que tanto buscabas. Sonríes porque te gusta descifrar las causas del mundo, te gusta pasar horas encontrándole el sentido a lo que te rodea.

De pronto recuerdas que estás conmigo, tomas mi mano y me enseñas lo que has encontrado. Te sorprende que me fascine más tu búsqueda que lo que encontraste...

lunes, 22 de septiembre de 2014

Descubrimiento

Fue un momento de claridad producido por un suceso, que llegó a ella de manera inesperada; tuvo de pronto un momento de insight. A pesar de que mucho tiempo se encontró en  momentos de oscuridad, de no comprender y de creer ciegamente, ahora sabía y descubría quién había sido todo el tiempo. Recordó todas esas palabras y todas las explicaciones que realmente no tenían sentido.

Después de haber regresado a ese cuarto, inhóspito, oscuro, lleno de nostalgia, sabía por fin que todas las veces que se sentía insegura en él tenían una explicación, que la constante duda y preocupación tenían ahora una justificación. Se supo sola una vez más en ese cuarto, solo para por fin, descubrir la verdad, descubrir esa mañana templada, que en ese cuarto, donde la luz se asomaba de vez en cuando porque los árboles parecían colocados estratégicamente para acabar con el último rayo que se lograba filtrar;que en ese cuarto siempre estuvo la explicación que necesitaba. Lloró un poco, le estremecía reconocer por fin, lo que siempre evitó. Pero sonrió, era una sonrisa provocada por la satisfacción de saber que no sería ella quien viviría expectante de la mentira que alguna vez la sofocó, no sería la causante de la frustración inexplicable y no viviría a la espera de ese momento que le enfriaba el corazón y le enfermaba el cuerpo entero de saberse sola en este mundo lleno de confusiones, y ofuscaciones. 

Porque por fin se encontró con el monstruo cara a cara, y en vez de hablarle, sonrió, porque supo por fin, que él era quien era, y ella era ella, y que él jamás cambiaría, pero ella, ella si cambió, y decidió dejar de buscar explicaciones en ese monstruo, decidió enfrentarlo y descubrir que realmente no asustaba, y que su existencia nunca pudo albergar una explicación tan profunda. El monstruo también tenía miedo, y era débil y seguía viviendo en la confusión. Era quien era porque así le sucedió, pero ella ya nunca iba a dejar que este monstruo la atormentara. Decidió salir del cuarto, cerrarlo con llave, decidió dejar al monstruo para siempre. Total, al fin ya ninguno se necesitaba.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Autodestrucción

No hay nada en estos tiempos que me impacte más que la autodestrucción de las personas. Y más aún que podamos ser espectadores de este suceso; hablo de la gente que va a las calles a inhalar alguna sustancia, a desplomarse en el suelo con una botella casi consumida, de la gente cuya mirada ha perdido toda noción de realidad, de todas las personas que caminan sin rumbo entre la basura buscando algo que comer, de todas esas personas que murmuran susurros entre dientes que no van dirigidos a nadie más que a ellos mismos, de la gente que duerme bajo algún techo para resguardarse de los terribles fríos de madrugada.

Detrás de toda esta imagen de desesperanza, hay historias que quizás explican o justifican su situación; y es aquí donde recae mi preocupación.¿Qué les habrá pasado que la única solución era terminar caminando en las calles? Pasando frío, hambre, y constante peligro en la imponente ciudad.
Van muriendo ante nuestros ojos, los vemos pasar flacos, famélicos, con ropas sucias, rotas, zapatos corroídos por el tiempo; aún así, nos piden unas monedas quién sabe para qué,  ¿las usarán?, ¿para más drogas? ¿comida? Pasan a nuestro lado en estas calles donde todos caminamos: enfermos, "normales", desafortunados, ricos, jóvenes, viejos. Compartimos este mundo, donde unos decidimos creer que aún hay esperanza, nos aferramos a que el mundo, y esta sociedad aún pueden ser justos, todavía cabe el "cambio" en todos los sentidos. Y están todos ellos que por una u otra razón decidieron dejar ir sueños, problemas, pagos, trabajo, escuela, "normalidad". ¿Quiénes son los afortunados o desafortunados? ¿Los que nos aferramos día a día a que tenemos algo por qué vivir, algo por qué seguir creyendo, los que tenemos fe? ¿O los que ya no tienen preocupaciones de este mundo? Que ya dejaron toda propiedad, todo bien, ropas, casa, trabajo, y solo viven día a día, hasta que la muerte los alcance por fin....


Tengo derecho

Tengo derecho a no saber cuánto me querías,  cuánto me quisiste
Tengo derecho a no saber cuánto me lloraste, cuánto te dolió
Tengo derecho a imaginar que me amaste y que nadie te querrá como yo 
Tengo derecho a imaginar que nadie te apretará tan fuerte como yo lo hice
Tengo derecho a pensar que lo que nos pasó nunca se olvidará 
Y tengo derecho a pensar que detrás del odio queda un poco de amor 
Tengo derecho a sentir que te importaba 
Y tengo derecho a lamentar lo malo
Tienes derecho a callar por todo el tiempo que quieras 
Tienes derecho a encerrarte en el orgullo
Y tienes derecho a nunca querer ceder ante mi
Pero yo tengo derecho a afirmar que nunca hubo algo más parecido que tú y yo.