Volver a creer, alzar las alas, abrirlas poco a poco. Dejar que cada pluma se tense en el aire y por fin, puedas volar. Sentir el aire en tus alas, en tu cuerpo, en tu cara. Respirar y suspirar. Eres por fin, libre. No necesitas nada más. Sólo aterrizar y volver a empezar.
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