la salida

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jueves, 4 de septiembre de 2014

Autodestrucción

No hay nada en estos tiempos que me impacte más que la autodestrucción de las personas. Y más aún que podamos ser espectadores de este suceso; hablo de la gente que va a las calles a inhalar alguna sustancia, a desplomarse en el suelo con una botella casi consumida, de la gente cuya mirada ha perdido toda noción de realidad, de todas las personas que caminan sin rumbo entre la basura buscando algo que comer, de todas esas personas que murmuran susurros entre dientes que no van dirigidos a nadie más que a ellos mismos, de la gente que duerme bajo algún techo para resguardarse de los terribles fríos de madrugada.

Detrás de toda esta imagen de desesperanza, hay historias que quizás explican o justifican su situación; y es aquí donde recae mi preocupación.¿Qué les habrá pasado que la única solución era terminar caminando en las calles? Pasando frío, hambre, y constante peligro en la imponente ciudad.
Van muriendo ante nuestros ojos, los vemos pasar flacos, famélicos, con ropas sucias, rotas, zapatos corroídos por el tiempo; aún así, nos piden unas monedas quién sabe para qué,  ¿las usarán?, ¿para más drogas? ¿comida? Pasan a nuestro lado en estas calles donde todos caminamos: enfermos, "normales", desafortunados, ricos, jóvenes, viejos. Compartimos este mundo, donde unos decidimos creer que aún hay esperanza, nos aferramos a que el mundo, y esta sociedad aún pueden ser justos, todavía cabe el "cambio" en todos los sentidos. Y están todos ellos que por una u otra razón decidieron dejar ir sueños, problemas, pagos, trabajo, escuela, "normalidad". ¿Quiénes son los afortunados o desafortunados? ¿Los que nos aferramos día a día a que tenemos algo por qué vivir, algo por qué seguir creyendo, los que tenemos fe? ¿O los que ya no tienen preocupaciones de este mundo? Que ya dejaron toda propiedad, todo bien, ropas, casa, trabajo, y solo viven día a día, hasta que la muerte los alcance por fin....


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